mié. Abr 24th, 2024


Foto: Archivo.

Mientras los intensos combates continuaron durante más de dos días entre rebeldes y tropas en la ciudad de Marib en Yemen, unas 96 personas perdieron la vida, dijeron el viernes comandantes leales.

La pelea estalló después de que los rebeldes hutis presionaron su ofensiva en el último punto de apoyo del gobierno en el norte.

“Los enfrentamientos entre las dos partes en varios frentes en el área de Marib el miércoles y el jueves mataron a 36 soldados leales y 60 rebeldes”, dijo a la AFP una fuente militar del gobierno.

Los rebeldes respaldados por Irán rara vez revelan sus propias pérdidas.

Los aviones de una coalición militar liderada por Arabia Saudita proporcionaron apoyo aéreo a las fuerzas terrestres del gobierno.

Los huzíes “mantienen su lento avance sobre Marib y ahora constituyen una amenaza muy real en los frentes de Kassara y Mashjah, al noroeste de la ciudad”, dijo a la AFP otro oficial militar leal.

La pérdida de Marib sería un duro golpe para el gobierno yemení, actualmente con sede en la ciudad sureña de Adén, y para sus patrocinadores saudíes.

La ciudad de Marib y los campos petrolíferos circundantes constituyen la última bolsa importante de territorio controlado por el gobierno en el norte, el resto del cual está bajo control rebelde, incluida la capital, Sanaa.

La caída de la ciudad también podría provocar un desastre humanitario, ya que un gran número de civiles desplazados por los combates en otros lugares han buscado refugio en la zona.

Alrededor de 140 campamentos han surgido en el desierto circundante para proporcionar refugio básico a hasta dos millones de desplazados, según el gobierno yemení.

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, advirtió que el sufrimiento solo terminará cuando se encuentre una solución política entre los huzíes y el gobierno.

Los rebeldes ven a Marib como un premio estratégico que les dará más poder de negociación en las conversaciones de paz que Washington dice que deben comenzar pronto.

El conflicto ha matado a decenas de miles de personas desde que Arabia Saudita y sus aliados intervinieron en 2015.

Millones han sido empujados al borde de la hambruna, en lo que Naciones Unidas ha descrito como la peor crisis humanitaria del mundo.



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