mar. Abr 22nd, 2025



Este número ha aumentado de 42 millones a principios de año y 27 millones en 2019, dijo la agencia en un comunicado de prensa.

El aumento se basa en aquellos que viven desesperadamente dentro de la clasificación oficial de hambre de IPC4 y superior, en Afganistán, junto con otros aumentos en Etiopía, Haití, Somalia, Angola, Kenia y Burundi.

“Decenas de millones de personas están mirando al abismo. Tenemos conflictos, cambio climático y COVID-19 aumentando el número de personas con hambre aguda, y los datos más recientes muestran que ahora hay más de 45 millones de personas marchando hacia el borde de la inanición ”, dijo el director ejecutivo del PMA, David Beasley.

Habló después de una misión de investigación a Afganistán, donde el PMA está aumentando su apoyo para ayudar a casi 23 millones de personas necesitadas allí.

“Los costos del combustible subieron, los precios de los alimentos se dispararon, los fertilizantes son más caros y todo esto alimenta nuevas crisis como la que se está desarrollando ahora en Afganistán, así como emergencias de larga data como Yemen y Siria”, agregó.

Necesita recursos superiores

El PMA dijo que, junto con los socios humanitarios en los puntos de hambre en todo el mundo, están haciendo todo lo posible para aumentar la ayuda para millones de personas que corren el riesgo de morir de hambre. Sin embargo, los recursos disponibles no pueden seguir el ritmo de la demanda, en un momento en que las corrientes de financiación tradicionales están sometidas a una gran presión.

El PMA calcula que el costo de evitar la hambruna en todo el mundo asciende ahora a 7.000 millones de dólares, frente a los 6.600 millones de principios de año.

“A medida que el costo de la asistencia humanitaria aumenta exponencialmente, necesitamos más fondos para llegar a las familias de todo el mundo que ya han agotado su capacidad para hacer frente al hambre extrema”, agregó el jefe del PMA.

La agencia dijo que las familias que enfrentan una inseguridad alimentaria aguda se ven obligadas a tomar “decisiones devastadoras para hacer frente al aumento del hambre”.

Un análisis de vulnerabilidad en los 43 países encuestados muestra que las familias se ven obligadas a comer menos o saltarse las comidas por completo. A veces se alimenta a los niños, mientras que los padres sacrifican las comidas y se ven obligados a pasar hambre.

En Madagascar, donde los focos de hambruna ya son una realidad, algunos se ven obligados a comer langostas, hojas silvestres o cactus para sobrevivir.



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