“La humanidad está librando una guerra implacable y autodestructiva contra la naturaleza. La biodiversidad está disminuyendo, las concentraciones de gases de efecto invernadero están aumentando y nuestra contaminación se puede encontrar desde las islas más remotas hasta los picos más altos ”, dijo el Secretario General António Guterres, y agregó:“ Debemos hacer las paces con la naturaleza ”.
Defiende al ‘mayor aliado’
El alto funcionario de la ONU dijo que si bien “la tierra puede ser nuestro mayor aliado”, actualmente está “sufriendo”.
La degradación de la tierra está dañando la biodiversidad y permitiendo que surjan enfermedades infecciosas, como COVID-19, explicó.
“Restaurar tierras degradadas eliminaría el carbono de la atmósfera … ayudaría a las comunidades vulnerables a adaptarse al cambio climático … y podría generar $ 1.4 billones de dólares adicionales en producción agrícola cada año”, explicó el Sr. Guterres.
Y lo mejor de todo es que la restauración de la tierra es “simple, barata y accesible para todos”, agregó, y la calificó como “una de las formas más democráticas y favorables a los pobres de acelerar el progreso hacia los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)”.
Revertir la producción de la tierra, salvar los ecosistemas
Para satisfacer una demanda cada vez mayor de alimentos, materias primas, carreteras y hogares, los seres humanos han alterado casi las tres cuartas partes de la superficie terrestre, más allá de la tierra que está permanentemente congelada.
Evitar, ralentizar y revertir la pérdida de tierras productivas y ecosistemas naturales ahora es urgente e importante para una rápida recuperación de la pandemia y para garantizar la supervivencia a largo plazo de las personas y el planeta.
La restauración de la tierra degradada trae resiliencia económica, crea empleos, aumenta los ingresos y aumenta la seguridad alimentaria, según la ONU.
Además, ayuda a la biodiversidad a recuperarse y bloquea el carbono, al tiempo que disminuye los impactos del cambio climático y respalda una recuperación ecológica de la pandemia de COVID-19.
“Este año marca el inicio de la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas”, recordó el Secretario General, pidiendo a todos que “hagan de la tierra sana un aspecto central de toda nuestra planificación”.
Las graves repercusiones de la desertificación
Audrey Azoulay, Directora General de la Organización para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) señaló el “impacto dramático” que la desertificación está teniendo en “nuestros patrimonios ambientales comunes”, lo que representa una “amenaza considerable” para la salud de las comunidades y la paz mundial y desarrollo sostenible.
Habiendo contribuido al colapso de la biodiversidad y promoviendo las zoonosis, enfermedades que pasan de los animales a los humanos, llamó a la desertificación “otro recordatorio” de que la salud humana y la del medio ambiente están “profundamente entrelazadas”.
La desertificación y la sequía también aumentan la escasez de agua, en un momento en que dos mil millones de personas todavía carecen de acceso a agua potable, dijo la Sra. Azoulay, y agregó que “más de tres mil millones podrían tener que enfrentar una situación similar para 2050”.
Citando a la Secretaría de la Convención de la ONU para Combatir la Desertificación, dijo que para 2030, es probable que el fenómeno haga que 135 millones de personas migren en todo el mundo para 2030.
“Estas migraciones y privaciones son a su vez fuente de conflicto e inestabilidad, lo que demuestra que la desertificación también es un desafío fundamental para la paz”, enfatizó.
Mirando hacia el futuro
Subrayando que “trabajar juntos es crucial”, el jefe de la UNESCO sostuvo que no se puede lograr un progreso sostenible sin la participación de todos, “especialmente los más jóvenes”.
“Juntos, construyamos un futuro sostenible para que las fértiles tierras del pasado no se conviertan en desiertos despojados de sus poblaciones y de su biodiversidad”, concluyó.