KABUL: El ministro de Relaciones Exteriores de China, Wang Yi, llegó a Kabul el jueves, una semana antes de que Beijing organice una reunión de vecinos de Afganistán sobre cómo ayudar al gobierno talibán.
Incluso antes de que los talibanes tomaran el control del país en agosto, Beijing había tratado de mantener los lazos con el grupo mientras las fuerzas extranjeras lideradas por Estados Unidos se retiraban. Sin embargo, al igual que otros países, China hasta ahora no ha reconocido oficialmente al gobierno talibán.
“El ministro de Relaciones Exteriores de China llega a Kabul para conversar con los líderes del Emirato Islámico”, tuiteó Ahmad Yasir, un alto funcionario talibán.
Poco después de su llegada, se reunió con el ministro de Relaciones Exteriores talibán, Amir Khan Muttaqi.
Wang llegó a Kabul procedente de Islamabad, donde asistió a una reunión de dos días de la Organización de Cooperación Islámica.
Desde la salida del antiguo régimen respaldado por Estados Unidos, Afganistán se ha hundido aún más en crisis financieras y humanitarias.
Las Naciones Unidas y otras agencias de ayuda dicen que más de la mitad de los 38 millones de habitantes del país enfrentan hambre a medida que avanza el invierno.
China comparte solo una franja accidentada de 76 kilómetros (47 millas) de frontera con Afganistán, pero Beijing ha temido durante mucho tiempo que su vecino pueda convertirse en un punto de partida para la minoría separatista musulmana uigur de Xinjiang.
Se espera que Beijing sea el anfitrión de una reunión de vecinos de Afganistán la próxima semana que permitiría a los talibanes presentar su propia evaluación de la situación más reciente en el país.
Los informes de los medios dicen que durante la reunión se espera que los funcionarios chinos y paquistaníes discutan nuevos proyectos económicos en Afganistán.
La toma del poder por parte de los talibanes abre una puerta estratégica a China cargada de riesgos y oportunidades.
Mantener la estabilidad después de décadas de guerra en Afganistán es la principal consideración de Beijing, ya que busca asegurar sus fronteras e inversiones estratégicas en infraestructura en el vecino Pakistán, sede del Corredor Económico China-Pakistán.
Para Beijing, una administración estable y cooperativa en Kabul también allanaría el camino para una expansión de su iniciativa Belt and Road en Afganistán y a través de las repúblicas de Asia Central, dicen los analistas.
Los talibanes también han expresado repetidamente su esperanza de desarrollar buenas relaciones con China.
Consideran a China una fuente crucial de inversión y apoyo económico, ya sea directamente oa través de Pakistán.
Durante la caótica toma del poder por parte de los talibanes, Beijing mantuvo abierta su embajada en Kabul incluso cuando evacuó a muchos ciudadanos del país.