jue. May 2nd, 2024


LIMA: El maestro de escuela rural Pedro Castillo se convirtió este miércoles en el primer presidente de Perú sin vínculos con las élites que han gobernado el país andino durante décadas.

El sindicalista de extrema izquierda de 51 años era en gran parte desconocido hasta que encabezó una huelga nacional hace cuatro años que obligó al entonces gobierno a aceptar las demandas de aumento salarial.

Nació de campesinos en el pequeño pueblo de Puna en la histórica región de Cajamarca, donde trabajó como maestro durante 24 años.

Creció ayudando a sus padres con el trabajo agrícola y, de niño, tuvo que caminar varios kilómetros hasta la escuela.

“Esta es la primera vez que este país será gobernado por un campesino, alguien que pertenece a las clases oprimidas”, dijo el día de su investidura, para lo cual lució el característico sombrero blanco de su amada Cajamarca, y un negro. , Traje andino.

Para ocasiones menos formales, a Castillo le gusta ponerse un poncho y zapatos hechos con llantas recicladas.

Viajó a caballo durante gran parte de su campaña presidencial, mientras expresaba la frustración de los peruanos en apuros y se presentaba a sí mismo como un hombre del pueblo.

“No más gente pobre en un país rico”, dijo, mientras hacía campaña por el partido Perú Libre.

Dijo que renunciaría a su salario presidencial y seguiría viviendo de lo que ganara como maestro, y se describió a sí mismo como “un hombre de trabajo, un hombre de fe, un hombre de esperanza”.

Castillo, según el analista Hugo Otero, es “el primer presidente pobre de Perú”.

– Victoria sorpresa –

En abril, Castillo sorprendió a muchos al tomar la delantera en la carrera para convertirse en el quinto presidente de Perú en tres años, superando a otros 17 candidatos.

Luego se enfrentó a la candidata de derecha Keiko Fujimori en la segunda vuelta, prometiendo un cambio radical para mejorar la situación de los peruanos que enfrentan una recesión agravada por la pandemia de coronavirus, el aumento del desempleo y la pobreza.

Una cosa que es poco probable que cambie bajo la presidencia de Castillo es el carácter socialmente conservador del estado peruano: es católico y se opone vehementemente al matrimonio homosexual, el aborto electivo y la eutanasia.

Con frecuencia cita la Biblia para enfatizar sus puntos, y en su casa de ladrillo de dos pisos en la aldea de Chugur en Cajamarca cuelga una imagen de Jesús rodeado de ovejas y una leyenda, en inglés, que dice “Jehová es mi pastor”. “

– Respeto a la propiedad privada –

Castillo tiene el objetivo de crear un millón de puestos de trabajo en un año e inicialmente prometió que las riquezas mineras y de hidrocarburos de Perú “deben ser nacionalizadas”, aunque ha suavizado su mensaje desde entonces.

Ha prometido inversión pública para reactivar la economía a través de proyectos de infraestructura, compras públicas de pequeñas empresas y para “frenar las importaciones que afectan la industria y el campesinado nacional”.

Entre sus promesas de campaña más controvertidas, Castillo ha prometido expulsar a los extranjeros ilegales que cometan delitos en Perú, dándoles “72 horas … para salir del país”.

El comentario fue percibido como una advertencia para los migrantes venezolanos indocumentados que han llegado por cientos de miles desde 2017.

Perú Libre es uno de los pocos partidos peruanos de izquierda que defiende el régimen del presidente venezolano Nicolás Maduro, cuya reelección en 2018 no es reconocida por decenas de países.

Para combatir el crimen, Castillo ha propuesto retirar a Perú de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, o el pacto de San José, para permitirle reintroducir la pena de muerte.

Cuando hizo su juramento presidencial el miércoles, Castillo volvió a una de sus promesas de campaña en particular, prometiendo “una nueva constitución” para reemplazar la ley favorable al libre mercado que quedó del ex presidente Alberto Fujimori, que cumplía condena por corrupción. y crímenes de lesa humanidad.

También prometió “un país sin corrupción”.

– Un ‘hombre humilde’ –

Castillo irrumpió en la escena nacional hace cuatro años cuando dirigió a miles de maestros en una huelga de casi 80 días para exigir un aumento salarial.

Dejó a 3,5 millones de alumnos de escuelas públicas sin clases a las que asistir y obligó al entonces presidente Pedro Pablo Kuczynski, quien inicialmente se negó a negociar, a ceder.

En un intento por deslegitimar la protesta, el entonces ministro del Interior, Carlos Basombrio, afirmó que sus líderes estaban vinculados a Movadef, el ala política del derrotado grupo guerrillero maoísta Sendero Luminoso apodado una organización “terrorista” por Lima.

Castillo, quien había participado en “patrullas campesinas” armadas, o ronderos, que resistieron las incursiones de Sendero Luminoso en el punto álgido del conflicto interno peruano de 1980 a 2000, rechazó con vehemencia estas acusaciones.

Hoy, su casa está custodiada por ronderos blandiendo bastones y látigos de cuero, y los hizo mención especial en su juramento.

Cerca de su casa, Castillo tiene una finca de una hectárea donde cultiva maíz y camote y cría gallinas y vacas.

Al reunirse con su predecesor, el presidente interino Francisco Sagasti, en el palacio de gobierno la semana pasada, preguntó en broma dónde colocaría todos sus animales de granja.

Castillo dijo el miércoles que no gobernaría el país desde la residencia presidencial oficial, el Palacio Pizarro, que sugirió que se convierta en un museo.

“Creo que tenemos que romper con los símbolos coloniales”, dijo en explicación, y agregó que volvería a su trabajo de maestro de escuela al final de su mandato en 2026.



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